Josh Waitzkin nos relata su camino para convertirse en el Gran Maestro de ajedrez más joven de E.E.U.U. y tiempo después en campeón mundial de Tai Chi. Es un viaje a través de dos disciplinas que no podrían parecer más opuestas –una es mental y la otra es física– pero que convergen en que son guerras psicológicas donde sólo los luchadores más preparados, más versátiles y con mejor filosofía pueden salir triunfantes.

Dos formas de ver el aprendizaje

Existen dos creencias en el mundo sobre el aprendizaje y las habilidades. La primera es que cada uno de nosotros nace con ciertas habilidades y ciertas limitaciones. Estos son fijos. Se suele alabar al talento y no se le presta mucha importancia al esfuerzo o la dedicación. La segunda es que el aprendizaje y las habilidades son flexibles, se pueden desarrollar y se hace énfasis en la práctica y el esfuerzo.

El segundo enfoque es el más práctico, en el que se basa el libro (y es, según experimentos, el verdadero). La sociedad (los maestros, nuestros padres) nos suelen condicionar desde pequeños a creer en el primer enfoque: Si obtuviste mala calificación en matemáticas es porque eres malo en matemáticas. Por el contrario, es que eres bueno en matemáticas. Debemos cultivar el segundo enfoque.

Amar el juego

Para desempeñarte con altos niveles de excelencia debes amar el juego. Debe gustarte lo que estás haciendo, no lo puedes forzar, no puedes refugiarte en el amor a aspectos exteriores al juego (como la fama o los premios asociados a lo que realices).

La zona suave (The soft zone)

Cuando estás en el juego y algo imprevisto sucede, algo que podría quebrar tu concentración, te puede ocurrir que actúes con tranquilidad y te sepas adaptar o te vuelvas rígido y falles. La soft zone es flexible, adaptable, es un estado al que debemos saber llegar para poder utilizar nuestro máximo potencial.

El espiral hacia abajo

En el ajedrez y en cualquier disciplina un error no suele ser tan desastroso. El mayor peligro es cómo reaccionas ante él. Si no te sabes reponer puede llegar otro error pequeño, y otro, y otro, y sus efectos entonces se van componiendo, hasta que pierdes. Saber perdonarse y regresar a la soft zone es vital.

Números que dejan de ser números

Como sucede en las matemáticas, puedes pensar que estás trabajando con números y avanzar hasta cierto punto, pero es hasta que llegas a un nivel superior y empiezas a entender que son cantidades, relaciones y otros conceptos que puedes interiorizar todas estas ideas, de modo que fluyen naturalmente dentro de ti y te permitan resolver problemas más complejos.

Mente de principiante

Empezar una nueva disciplina te permite abandonar lo que crees que sabes e iniciar de cero. La humildad es muy importante para no emitir juicios y descartar (o no ver) los aprendizajes que están enfrente de ti.

Inversión en pérdida

El ego puede ser un gran enemigo si por temor a perder no nos expandimos, no crecemos. No nos podemos quedar con los contrincantes de siempre, con los que ya hemos derrotado. Debemos buscar retadores más fuertes, más hábiles, para poder seguir mejorando (sin tampoco excedernos en diferencia de habilidad). También esto implica salirse de la zona de confort y buscar nuevas técnicas, nuevos retos, nuevas perspectivas.

Hacer pequeños círculos

Aprender una técnica es hasta cierto punto algo sencillo, por eso los mejores del mundo no se detienen ahí. La razón de esto es que practicamos nuestras técnicas en situaciones perfectas y en la vida real (o en una competencia) rara vez se nos presentan oportunidades así. Debemos capturar la esencia de la técnica (o de la idea, o lo que corresponda) para poder utilizarla de maneras creativas, originales e inesperadas, cuando justamente pareciera que no hay oportunidad de realizarlas. Es ahí cuando entiendes las infinitas variantes de dicha técnica y sus infinitas maneras de aplicarla.

Usando la adversidad

En las competencias (o de nuevo, en la vida) nos enfrentamos a lesiones o momentos en los que pareciera que estamos en desventaja, en los que debemos salir del juego. Pero el tiempo sigue corriendo y no espera a nadie. Tu competencia sigue mejorando. Puedes elegir entre sentarte a ver televisión y comer nachos o usar esa adversidad a tu favor. ¿De qué manera? Si de verdad necesitas reposo, trabaja en tu juego mental, repasa tus fundamentos, endurece tu juego psicológico. Si perdiste temporalmente una mano (tu mejor mano) enfócate en la otra mano. Cuando te hayas recuperado, ahora tendrás un arma nueva.

Deteniendo el tiempo

El conocimiento también sigue la lógica del efecto compuesto. Un principiante tiene que aprender los fundamentos primero y mientras trabaja con ellos debe hacer un esfuerzo consciente para recordarlos y aplicarlos. Una vez que los haya asimilado pasan a formar parte de su subconsciente y no tiene que pensar más en ellos (de manera consciente).

Sigue avanzando en su aprendizaje y apilando conocimiento, el cual a su vez pasa a estar siempre disponible en su subconsciente, hasta que es capaz de ver todo el bosque y enfocarse en los árboles que son importantes. Esto da la impresión de que el experto detuviera el tiempo, al hacerse familiar con todos los conceptos puede recorrer rápidamente las ideas y explorar caminos nuevos. La única manera de lograr lo anterior es practicar y practicar.

La ilusión de lo místico

Cuando somos principiantes o ignorantes de algo, las técnicas muy avanzadas son indistinguibles de la magia. Nos parecen algo místico. No obstante, una vez que observamos con detenimiento lo que ocurrió y analizamos cada aspecto técnico, notamos los detalles casi imperceptibles para el ojo no entrenado. Finalmente, somos capaces de ver nuevas ideas, alcanzar un nivel superior en nuestro crecimiento y lo místico deja de ser inalcanzable.

El poder de la presencia

La presencia (estar en el presente, conscientes) es importante en la práctica y en la competencia se vuelve vital. Existen miles de distracciones que nos pueden sacar del presente, así como pueden surgir emociones tales como enojo o frustración que nublan nuestro juicio y nos colocan en modo automático o reactivo. Entre más las ignoramos más poderosas se vuelven. O las vamos guardando hasta que explotamos. El truco está en aceptarlas y usarlas a tu favor. Si escuchas música, piensa al ritmo de la música. Si estás enojado, juega más agresivamente (sin perder la calma: la presencia y el control de la situación).

Buscando la zona

Como se detallaba en la soft zone, todos tenemos un modo en el que estamos relajados y podemos hacer uso de nuestra intuición y creatividad (acceder al subconsciente), por lo que desarrollar una manera de entrar en esta zona es una herramienta muy poderosa para salir airosos de situaciones complicadas. Cuando se compite en el nivel más elevado, la mayoría de los jugadores son excelentes, hábiles, inteligentes. Quien está más relajado es quien domina la competencia.

Creando disparadores

Un disparador es una o varias acciones para desencadenar la soft zone y qué disponible cuando más la necesitemos. Depende de cada quien hallar cuáles son tus disparadores, pues cada uno tiene gustos y personalidad única. Puede ser una canción, una comida, sacar a pasear al perro, darse un baño. Crea una rutina que te haga sentir bien contigo mismo y lo más relajado posible. Utilízala cuando tengas una situación retadora a la que enfrentarte.

Posteriormente, trata de simplificarla paso a paso (reduciendo el tiempo y las acciones) hasta que puedas llevarla a cabo en un par de minutos y disfrutar de los mismos resultados. Hacemos esto porque el mundo impone restricciones logísticas y de tiempo y tus disparadores deben ser tan eficientes como flexibles.

Hacer sandalias

Si el suelo tuviera vidrios puedes tratar de quitar cada uno de ellos o puedes ponerte unas sandalias resistentes. Los jugadores pueden hacer trampa o los jueces pueden estar en contra tuya, creando tu oportunidad para lucirte, para elevarte por encima de ellos. Utiliza esas situaciones como disparadores y haz que se arrepientan de haberte provocado.